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José Mujica: El Presidente que Donó su Sueldo para Un País Más Justo

José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, falleció el 13 de mayo de 2025 a los 89 años, dejando un legado que trasciende la política y se convierte en un símbolo de coherencia, humildad y servicio al pueblo. Conocido mundialmente por su estilo de vida austero, Mujica marcó un hito en la historia moderna al renunciar a los lujos del poder y optar por vivir como uno más de sus conciudadanos.

Durante su presidencia, entre 2010 y 2015, Mujica donó el 90% de su salario mensual a causas sociales, principalmente a un programa de viviendas que ayudaba a personas en situación de vulnerabilidad. Esta decisión no solo fue simbólica, sino también una acción concreta que contribuyó directamente al bienestar de cientos de familias. El resto de su sueldo lo destinaba a apoyar actividades de su partido político, al que consideraba un instrumento para construir una sociedad más equitativa.

La filosofía de vida de Mujica se resumía en una premisa simple: no se es pobre por tener poco, sino por necesitar mucho. Bajo esta lógica, vivió en una pequeña chacra en las afueras de Montevideo, condujo un viejo Volkswagen y evitó cualquier tipo de ostentación, incluso siendo el jefe de Estado.

Pero su legado no se limita a lo material. Mujica impulsó leyes progresistas que colocaron a Uruguay a la vanguardia mundial en derechos civiles, como la legalización del matrimonio igualitario, la despenalización del aborto y la regulación del cannabis. Su liderazgo fue ejemplo de una política centrada en el bienestar humano más allá de ideologías o intereses partidistas.

Su vida estuvo marcada por la lucha, el sacrificio y la esperanza. Fue guerrillero, pasó más de una década en prisión bajo condiciones extremas, y aun así, al recuperar la libertad, eligió el camino democrático para transformar su país. Desde su trinchera civil, jamás se apartó de sus ideales ni de su compromiso con los más desfavorecidos.

En sus últimos días, afectado por una grave enfermedad, dejó claro su deseo de partir sin honores ni reconocimientos. Fiel a su espíritu sencillo, pidió ser enterrado en su chacra, al lado de su inseparable perra Manuela.

Hoy, el mundo despide a un hombre que desafió los moldes tradicionales del poder. Un líder que demostró que se puede gobernar con honestidad, compasión y verdadera cercanía al pueblo. El legado de José Mujica seguirá inspirando generaciones, recordándonos que otra forma de hacer política sí es posible.

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