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Se anuncia la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU.

Donald Trump regresa a la Casa Blanca después de imponerse claramente sobre Kamala Harris en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Tras una campaña polarizante en la que repitió el discurso xenófobo que lo llevó a la presidencia en 2016, Trump vuelve al poder cuatro años después de su controvertida salida y asumirá el cargo el próximo 20 de enero como el 47º presidente. Este hecho es histórico, ya que solo había ocurrido una vez antes en la historia de EE.UU., cuando Grover Cleveland regresó a la presidencia en 1893.

El eje de su campaña fue la frustración ciudadana ante la inflación y el aumento de la inmigración irregular. Estos temas fueron determinantes en la recuperación del apoyo popular, especialmente entre los votantes blancos de ingresos bajos y la clase trabajadora. A pesar de los numerosos escándalos que han marcado su carrera, incluidos dos intentos de juicio político (impeachments) y varias imputaciones penales, Trump se mostró inmune a estas controversias. Ahora, su regreso representa un desafío para la estabilidad política de Estados Unidos y abre una etapa de incertidumbre global.

La noche de la elección, Trump celebró anticipadamente en West Palm Beach, Florida, junto a su esposa Melania y su futuro vicepresidente, J.D. Vance, en una fiesta donde también estuvo presente el empresario Elon Musk, quien mostró apoyo durante la campaña. Durante su discurso, Trump aseguró que EE.UU. “vivirá una edad de oro” y prometió “sanar” al país, afirmando que su victoria representa “una de las más grandes de la historia”. Además, reiteró su lema: “Hacer grande a Estados Unidos de nuevo”.

Trump ganó de manera contundente en el Colegio Electoral, superando el umbral de 270 delegados gracias a sus triunfos en estados clave como Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania y Wisconsin. Aunque aún no se ha completado el escrutinio total, también lidera en el voto popular, lo que refuerza la magnitud de su victoria y representa una dura derrota para el Partido Demócrata, que también perdió el control del Senado. Esta pérdida es un golpe significativo para los demócratas, que tras un debate fallido de Biden contra Trump en junio, decidieron optar por Kamala Harris como candidata. Aunque Harris despertó entusiasmo, en la práctica su popularidad no fue suficiente, y muchos analistas apuntan que el electorado estadounidense aún no estaba listo para elegir a una mujer de ascendencia india y afroamericana.

Trump no solo obtuvo un amplio apoyo popular, sino que también capitalizó el descontento por la subida de precios y el descontrol migratorio, factores que han afectado principalmente a las rentas bajas. El republicano propone ahora políticas económicas proteccionistas, incluyendo un arancel del 10% al 20% en todas las importaciones, un arancel general del 60% para productos chinos y hasta un 100% en vehículos importados desde México. Estas medidas podrían iniciar una guerra comercial y generar tensiones con socios comerciales importantes como China y la Unión Europea, que ya ha preparado planes de contingencia para contrarrestar los aranceles y responder a una posible reducción en la ayuda de EE.UU. a Ucrania, clave en la resistencia frente a Rusia.

Además de sus políticas comerciales, Trump ha prometido reducir impuestos, especialmente para los sectores de mayores ingresos y empresas que produzcan en EE.UU., y mantener los recortes fiscales aprobados en 2017. También ha planeado revocar incentivos para energías renovables y eliminar ciertas cargas impositivas para atraer a votantes específicos, como exenciones fiscales para las propinas en el sector de hostelería.

La victoria de Trump, sin embargo, va más allá de lo económico. Su postura autoritaria y su retórica contra la inmigración han generado gran controversia. Durante la campaña, ha calificado a los inmigrantes irregulares como “criminales” y prometió una deportación masiva, aunque la logística de esta medida es compleja. Asimismo, su retorno al poder podría desestabilizar el sistema democrático de EE.UU., ya que ha prometido indultar a los condenados por el asalto al Capitolio y destituir a fiscales federales que lo han perseguido judicialmente.

En el ámbito internacional, la victoria de Trump también implica una nueva aproximación a las alianzas globales. Su posición hacia la OTAN es menos comprometida que la de su predecesor, y su promesa de “poner a Estados Unidos primero” sugiere una política exterior más aislacionista, con posibles recortes en la ayuda a Ucrania y el fin de la diplomacia ambientalista impulsada por Biden. La estrategia de Trump hacia China y su cercanía con líderes autoritarios como Vladímir Putin y Kim Jong-un podrían redibujar el mapa de relaciones internacionales, preocupando a la Unión Europea y otras potencias occidentales.

Para muchos, su regreso representa un desafío sin precedentes para el futuro de la democracia en Estados Unidos y para el orden global establecido. Trump se convierte en el primer presidente con antecedentes penales en asumir el cargo, y su control sobre el Congreso y el Tribunal Supremo le otorga una posición de poder significativa para llevar a cabo una agenda radical. La incertidumbre sobre el futuro se cierne no solo sobre Estados Unidos, sino sobre la estabilidad geopolítica a nivel mundial.

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